Nada más...



Temblor en las manos. Camino de adoquines que conduce directamente hacia el pasado. Vidas que se diluyen como azucarillo en el agua. Sueños que te asaltan de madrugada. La nada reflejada en el espejo. El adiós contemplado como un concepto ajeno, cada vez más propio, cada vez más asumido. Miradas que se pierden sin destino. Recuerdos dolorosos. Meses robados del calendario. Cuando uno más uno nunca sumaban dos.


Principios que suenan a hueco. Cartas en blanco. Mensajes no enviados. Llamadas que nunca se hicieron. Palabras que nunca se dijeron. Noches empapadas que engañan. Labios que se mueven sin hablar. Palabras que retumban y pesan como una losa. Corazón que late, demasiado rápido, demasiado tarde.


Vida sin urgencias. Atardecer plácido en Los Barruecos. Pisadas en la arena que cuentan más de lo que callan. Días pasados que huyen sin descanso. Lágrimas enterradas bajo el mar. Un adiós que siempre vuelve, que nunca calla en aquella estación de tren. Tan cerca. Tan lejos.