Nueva década, nuevos tiempos

Un otoño que se marcha despacio, dejando un invierno que sólo se asoma por momentos. Un invierno que se lleva una década, un auténtico cambio de era. Hace diez años mandábamos las felicitaciones por correo postal. Hace cinco años por SMS. Hace dos por email. Este año lo hacemos a través de las redes sociales. ¿Dentro de cinco? No lo sé. El mundo avanza cada vez más deprisa y nadie sabe cómo será dentro de otra década. Quizás entonces ni siquiera recordemos que una vez existió Facebook…

Esta década que dejamos atrás, la primera del nuevo siglo, deja capítulos fascinantes. Desde la tercera guerra mundial en la que vivimos –muy diferente a las anteriores- a la dictadura de las nuevas tecnologías, que marca un nuevo abismo entre las personas que las saben utilizar y las que no. Vivimos conectados, somos conectados… y no podríamos imaginar cómo sería nuestra vida si tuviésemos que pasar apenas una semana sin tecnología. Hemos avanzado tan rápido que muchas cosas han quedado por el camino.

En mi caso, no me quejo. Ha sido una década vital, la primera del resto de mi vida, repleta de viajes, trabajo y compromiso, de amor y nuevas aficiones, de hallazgos y derrotas asumidas, de sueños cumplidos y otros aparcados… han sido, en general, buenos tiempos. He conocido a gente increíble y he mantenido a los amigos que ya tenía. He conocido países lejanos y nunca he olvidado mis raíces. He seguido escribiendo y trato de aprender a hacer fotografías. He trabajado en periódicos, he fundado unos medios y refundado otros… y, sobre todo, he mantenido mis principios, algo que cada vez resulta más complicado en este mundo de tiburones.
Han sido, en fin, diez años, ni más ni menos, una década que ahora queda atrás y que da paso a la que –seguro- será la mejor década de mi vida… al menos hasta que empiece la siguiente. Cuando acabe volveremos a mirarnos al espejo.