Días de otoño sin lluvia

Se siente el otoño en las calles. Las hojas comienzan a caer, amarillentas, en su danza ritual de cada año. Pero es el primer otoño... como tantas otras primeras cosas. Apenas dos estaciones, toda una vida, lo que va de la primavera tardía al otoño temprano. Y con el invierno y su consiguiente Navidad asomándose ya al calendario insolente, que avanza tan rápido que no me da tiempo casi ni a respirar.


El otoño ha llegado despidiendo un interminable verano maldito, pero no llueve. Extraño el olor de la lluvia. Sentirla caer sobre mi pelo, mi cara y mis manos. Escuchar su repiqueteo mientras duermo. Es otoño. Pero no llueve.

La mirada de Tris a Rocío cuando la ve avanzar diez años después, despacio, con su hermoso vestido blanco de novia enamorada. Una mirada de fuego. Intensa. Emocionada. De dos direcciones. Capaz de devolver la fe al más descreído. Pone los pelos de punta. Hace que las lágrimas se asomen al abismo de tus ojos. Sólo una mirada, unos segundos... suficiente. Gracias a los dos por hacernos creer en este otoño luminoso.

En una eterna noche de insomnio sueño despierto. Querría ser guionista de sueños. Escribir historias sólo para ti y para mí. Desterrar los miedos. Enterrar los fantasmas para siempre sólo con un golpe de teclado.

Guionista de sueños. Todos con su final, sin terrores, sin saltos al vacío, sin malos presentimientos... sólo luz y color para tus noches. Unas noches sin preguntas ni respuestas en habitaciones solitarias, sin unos ojos abiertos buscando la verdad en la oscuridad al ritmo del tic tac del reloj, sin el miedo a encontrarte tras cada esquina aquello que no quieres ver. Sin pensar nunca más dónde comenzó todo a derrumbarse y sin encontrar la respuesta.

Guionista de sueños capaz de imaginar vidas cruzadas que sin saber bien como ni porqué acaban compartiendo risas y cerveza en Praga.

“¿Dónde vamos tan deprisa?, me pregunta su sonrisa”, entona la voz de Robe.


Es otoño pero hace calor. No llueve. Tris y Rocío, enamorados hasta el tuétano diez años después. Regalando la fe que otros perdieron hace tiempo. Es magia, te susurran. Y lloras de alegría compartida.

Es un otoño igual y diferente. Como yo. Como todo.