Mirar el horizonte y no ver más allá. Soñar y no entender. Intentar y no poder. Caminar y no llegar. Sentarse y no escribir. Llamar y no encontrar respuestas. Sentir sin comprender. Gritar sin nadie que te escuche. Llorar sin lágrimas. Sentarse ante el folio blanco y que no pase nada. Cerrar los ojos y sentir la llamada del pasado más fuerte que nunca. Beber y emborracharse hasta perder el sentido. Una y otra vez.
Impotencia. Dolor inexplicable. Falsas euforias pasajeras. Pensar, una vez más, que a lo mejor uno no es lo que creía, ni siquiera lo que los otros creían... que tras la fachada no hay nada, sólo el vacío. Mirar la vida a contraluz y no ver nada.