El lugar donde encontrarás aquellas cosas que nadie cuenta porque, la verdad, a nadie le interesan
A contraluz
Mirar el horizonte y no ver más allá. Soñar y no entender. Intentar y no poder. Caminar y no llegar. Sentarse y no escribir. Llamar y no encontrar respuestas. Sentir sin comprender. Gritar sin nadie que te escuche. Llorar sin lágrimas. Sentarse ante el folio blanco y que no pase nada. Cerrar los ojos y sentir la llamada del pasado más fuerte que nunca. Beber y emborracharse hasta perder el sentido. Una y otra vez.
Impotencia. Dolor inexplicable. Falsas euforias pasajeras. Pensar, una vez más, que a lo mejor uno no es lo que creía, ni siquiera lo que los otros creían... que tras la fachada no hay nada, sólo el vacío. Mirar la vida a contraluz y no ver nada.
El dinero fluye sin parar
Los titulares de prensa me abruman. Que si la Reserva Federal estadounidense 'inyecta' en el sistema financiero ahora 50.000 y ahora 70.000 milllones de euros. Que si el Banco Central Europeo otros 70.000. Que si el Gobierno español aporta 50.000 millones para comprar 'activos sanos' de los bancos...
No sé si yo me estoy volviendo loco, pero todo esto me supera. Y el único comentario lógico al respecto se lo he escuchado al presidente extremeño. Guillermo Fernández Vara se mostraba hace unos días sorprendido de la cantidad de dinero que han puesto los gobiernos sobre la mesa, y se preguntaba por qué sólo aparecen esas cantidades cuando se trata de salvar bancos.
Sí, sí. Porque esto sí que es una crisis... y no lo que está pasando en África, donde niños y mayores mueren de hambre sin que el denominado primer mundo haga más que enviarles paquetes de comida caducada. Esto sí que es una crisis... y no lo que ocurre en el sector de la investigación, donde los científicos investigan sin éxito cómo vencer al cáncer y al sida. ¿Se imaginan un proyecto científico dotado con 240.000 millones de euros? ¿O una inversión por este montante en África?
Pero la teoría está clara. El dinero es de unos y cambia de manos, pero muy poquito. No vaya a ser que al final nos demos cuenta de que los únicos que mandan en este mundo, muy por encima de los políticos, son los bancos. ¡Mierda de mundo!
No sé si yo me estoy volviendo loco, pero todo esto me supera. Y el único comentario lógico al respecto se lo he escuchado al presidente extremeño. Guillermo Fernández Vara se mostraba hace unos días sorprendido de la cantidad de dinero que han puesto los gobiernos sobre la mesa, y se preguntaba por qué sólo aparecen esas cantidades cuando se trata de salvar bancos.
Sí, sí. Porque esto sí que es una crisis... y no lo que está pasando en África, donde niños y mayores mueren de hambre sin que el denominado primer mundo haga más que enviarles paquetes de comida caducada. Esto sí que es una crisis... y no lo que ocurre en el sector de la investigación, donde los científicos investigan sin éxito cómo vencer al cáncer y al sida. ¿Se imaginan un proyecto científico dotado con 240.000 millones de euros? ¿O una inversión por este montante en África?
Pero la teoría está clara. El dinero es de unos y cambia de manos, pero muy poquito. No vaya a ser que al final nos demos cuenta de que los únicos que mandan en este mundo, muy por encima de los políticos, son los bancos. ¡Mierda de mundo!
La felicidad cotidiana (o los deberes que me pone la vainilla)
Más vale tarde que nunca, así que hoy he decidido cumplir con los deberes que me ha puesto la vainilla... aunque la verdad es que no sé muy bien qué es eso de un 'meme'. Pero bueno, aquí estoy. Y debo decir qué cosas son las que me hacen feliz (o lo más parecido que exista) un día cualquiera.
Despertarme sin que suene el maldito despertador.
Ronronear entre las sábanas.
Abrir los ojos y ver que no estoy solo.
Disfrutar de una tostada con jamón en buena compañía.
Leer una página de un buen libro.
Escuchar la risa sincera de quien siempre me acompaña.
Cerrar los ojos y soñar que algún día seré capaz de escribir un libro.
Ver las fotos de los viajes (y del largo verano).
Pasar un rato leyendo los blogs amigos.
La llamada inesperada de algún amigo sólo para saludar.
Dar un salto al vacío y estar orgulloso de hacerlo.
Desconcertar con mi silencio a gente que no me gusta.
Tener tiempo y espacio para mí.
Una buena cerveza con buena gente alrededor.
Una buena cerveza con la playa enfrente.
Ver la cara de R. cuando habla de su hija.
FOTOGRAFÍA: Sesimbra al atardecer. JAA
Despertarme sin que suene el maldito despertador.
Ronronear entre las sábanas.
Abrir los ojos y ver que no estoy solo.
Disfrutar de una tostada con jamón en buena compañía.
Leer una página de un buen libro.
Escuchar la risa sincera de quien siempre me acompaña.
Cerrar los ojos y soñar que algún día seré capaz de escribir un libro.
Ver las fotos de los viajes (y del largo verano).
Pasar un rato leyendo los blogs amigos.
La llamada inesperada de algún amigo sólo para saludar.
Dar un salto al vacío y estar orgulloso de hacerlo.
Desconcertar con mi silencio a gente que no me gusta.
Tener tiempo y espacio para mí.
Una buena cerveza con buena gente alrededor.
Una buena cerveza con la playa enfrente.
Ver la cara de R. cuando habla de su hija.
FOTOGRAFÍA: Sesimbra al atardecer. JAA
Salto al vacío
Saltar al vacío. Avanzar sin mirar atrás. Soñar que las cosas no siempre son así, porque podrían ser de otra manera. Pensar que el mejor momento es siempre el presente, que el pasado es apenas un lejano recuerdo sin sentido. Olvidar. Cometer los mismos errores una y otra vez.
Saltar al vacío. Asomarse con incertidumbre al precipicio. Descubrir que hay menos gente, o más, de la que uno imaginaba. Apartar el miedo de un manotazo para encerrarlo en un cuarto oscuro del que no podrá salir.
Saltar al vacío. Dar un paso al frente. Dejar atrás. Abrir mucho los ojos. Respirar hondo. Y saltar.
Saltar al vacío. Asomarse con incertidumbre al precipicio. Descubrir que hay menos gente, o más, de la que uno imaginaba. Apartar el miedo de un manotazo para encerrarlo en un cuarto oscuro del que no podrá salir.
Saltar al vacío. Dar un paso al frente. Dejar atrás. Abrir mucho los ojos. Respirar hondo. Y saltar.
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