Aterriza sin prisa el otoño tardío, con el verano aún a cuestas, pegado en los talones. Pero los días pasan, las hojas empiezan a caer y el invierno se asoma tímido tras las cortinas. ¿Será éste otro de esos otoños que no existen? ¿Otro de esos años en los que el verano salta hasta el invierno sin tiempo para pensar?
Es una pena. Primavera y otoño son tiempos de nostalgias, de poetas, de sueños inalcanzables. Necesarios, como el aire que respiramos. Pero una vez más, la estación de las hojas caducas se esconde tras el telón y no parece querer salir. Nuestros campos lloran, secos de ilusiones, mientras el sol castiga en su dictadura infatigable. Avanza octubre, el antepenúltimo mes del año, y hace calor. Se adentran las semanas en este décimo mes sin que el frío amenace siquiera con llegar.
¿Será éste otro de esos otoños invisibles? ¿Tendremos que esperar que la nostalgia caiga arrastrada por los copos de nieve?