El lugar que ya no existe

Un lugar que ya no existe. Un recuerdo atrapado frágilmente por la memoria. Un sueño nunca cumplido. Un azar juguetón que me lleva y me trae sin descanso. Una ciudad confusa capaz de moverse por las entrañas de la tierra, pero también de construir parques sin bancos. Un recuerdo. Un número. Un nombre. Una ilusión perdida. Una meta inalcanzable. Un templo egipcio en el corazón de Madrid. Un atardecer inolvidable. Un rostro en la neblina. Un viaje sin retorno. Aquel hogar que hoy es extraño, ajeno. Un todo diminuto. Una nada inmensa. Un agujero por el que asomarse para descubrir que apenas nada es cierto. Un minuto de silencio imposible. Un segundo, un minuto, una hora, una vida.

Mundo sin silencio

Tenemos miedo al silencio. Ya no existe en nuestras vidas. Entre móviles ruidosos, coches, gente que habla por la calle con unos cascos puestos, vuvucelas televisivas, lloros, gritos, ruido, música... ya no queda espacio para el silencio. Escuchaba el otro día a un filósofo que no es algo casual, que el silencio nos asusta porque nos obliga a pensar. El último ejemplo es el de los entierros, donde el silencio solemne y emotivo ha sido sustituido por aplausos masivos. O los famosos minutos de silencio, que nunca duran más de 20 segundos.

Y al echar la vista atrás descubro que es verdad, que ya no quedan en las ciudades rincones diseñados para el silencio, para la soledad elegida. Todo es sonido, distracción, movimiento... Apenas algunos héroes modernos, como S., diseñan sus propios espacios silenciosos y la gente les observa como a bichos venidos de otro planeta.


¿Dónde quedó la quietud? ¿Quién nos robó el silencio? ¿El placer de sentarnos a leer en un parque sin que nada nos moleste? ¿Qué es lo que tanto nos asusta?

Ayer hice la prueba. Un minuto de silencio. Escuché mis pensamientos por primera vez en mucho tiempo, y la verdad es que tuve miedo de lo que vi. De pronto lo entendí. A veces es mejor no pensar demasiado, dejarse llevar por esta corriente que nos arrastra por el río de la vida sin saber muy bien hacia dónde ni porqué. Un minuto de silencio. Eterno, desconcertante, iluminador. Hagan la prueba.

Las puertas del averno

Y un día de abril se abrieron las puertas del averno. Atrás quedaban la lluvia y el invierno. En el presente, un volcán que nos enseñó la forja del infierno, un lugar diseñado con mimo por la tierra durante millones de años. Aquí estaba antes que los hombres, y aquí seguirá cuando no existamos. Escupió lava, ceniza, polvo… y el hombre volvió a descubrir, sorprendido, que no es más que un molesto invitado de honor en este lugar al que llamamos Tierra. Que nadie le tiene en cuenta a la hora de valorar las cosas importantes como, por ejemplo, la fecha más adecuada para una erupción. Que no somos nada más allá de las molestias que causamos. Un acelerante artificial para el cambio climático que se repite de era en era.



Es como el camino al centro de la Tierra que hace décadas imaginó el genio Verne. Una autopista a las profundidades donde uno espera –qué menos– encontrar bestias ancestrales viviendo en su mundo particular, disfrutando de su privacidad, alejados del hombre, del ruido, de los coches, del sálvame de luxe, de las tiendas de Zara… seres felices ignorándonos.


Pero aquí arriba, una vez más, el ser humano ha vuelto a demostrar su prepotencia. Los periodistas españoles insistían hasta la saciedad en su frase hecha: “un volcán de nombre impronunciable”. O sea, que lo que no se sabe pronunciar es impronunciable, no fruto de la ignorancia. Más arriba aún, la ceniza que escupió Eyjafjalla logró cerrar el espacio aéreo de media Europa. Los políticos se miraban, sorprendidos. ¡Un volcán con millones de años tenía paralizados nuestros modernos aviones! ¡No nos permitía ir volando de un lado a otro! Y tuvimos que correr a los trenes, a los barcos, a los coches… era como si el mundo retrocediese sesenta años.

Qué pena que en ese salto al pasado no aprovechásemos para ver qué nos sobra y qué nos falta en esta evolución imparable que nos conduce, sin duda alguna, hacia la autodestrucción. Hacia la nada. Y entonces, en ese nuevo mundo, Eyjafjalla volverá a escupir lava, esta vez en señal de victoria.

Milongas de la crisis

Alejado de este blog por una pereza indómita, regreso cual oveja descarriada con una motivación más fuerte que la inspiración. Más aún que la melancolía, que el amor o incluso que el recuerdo del amanecer en el desierto. Y es que vuelvo atraído por la rabia, por la mala leche y la indignación. Porque hay crisis, sí, pero también mucho bastardo que trata de vendernos su moto y que intenta que seamos nosotros, los de siempre, los que paguemos el pato.

**Planteamiento: Los empresarios, dirigidos por un sinvergüenza de caza mayor como Díaz Ferrán, proponen un nuevo contrato, más basura aún, para todos los que tengan menos de 30 años. Dicen que el problema de España, por lo que estamos en crisis, es porque aquí es muy difícil despedir a la gente. Respuesta: Sí, es tan difícil despedir en España que ya tenemos 4 millones de parados. Sólo falta que propongan que paguemos por trabajar. Todo llegará.



**Planteamiento: Los políticos comienzan a hablar de reformar el sistema de pensiones. Primero, retrasar la edad de los 65 a los 67 años. Segundo, posible ampliación del cálculo de cotización, que alcanzaría los 15 años bajando las pensiones. Respuesta: Como leía el otro día, es curioso que eso lo tengan que debatir señores a los que no afecta porque por ley tienen garantizada la pensión máxima. Y quieren atrasar la jubilación... pero en RTVE han largado a un montón de gente a partir de los 50.

**Planteamiento: Las grandes empresas están fatal, los beneficios se reducen, hay pérdidas, hay que despedir gente y darles ayudas a los empresarios para evitar que el país se hunda. Respuesta: Sí, la cosa está mal, pero algunos de los que lloran son los mismos que ganan dinero mientras siguen con los ajustes de plantilla. EL Santander ganó 8.943 millones de euros (pues menos mal que la banca estaba mal). Prisa se lamentaba de haber ganado 'sólo' 50,48 millones (más de 8.000 millones de las antiguas pesetas) y Vocento, pobrecitos, se conforma con haber ganado 34,6 millones (más de 5.000 millones de las antiguas pesetas). Eso sí, a los periodistas de Cope, Onda Cero, Punto Radio y Ser les siguen pasando una misera, en muchos casos sin contrato. Claro, ahora entiendo los beneficios.


**Planteamiento: El sector de la construcción insiste en que necesita ayudas y en que el precio de los pisos ha caído demasiado. Respuesta: Esto me suena a privatizar los beneficios y socializar las pérdidas, porque no recuerdo que ninguna empresa haya anunciado que repartía en los años anteriores sus beneficios entre la población

**Planteamiento: ¿Quién tiene la culpa de lo que ha pasado en comunidades como Valencia y Murcia? Llevaban años presumiendo de potencia y crecimiento económico, pero el desplome del ladrillo les ha arrastrado y ahora son las regiones con más paro. Respuesta: Algo tendrá que ver con un modelo económico insostenible basado únicamente en la especulación


**Planteamiento: Todo el mundo coincide. Los políticos no saben qué hacer para sacarnos de esta crisis en la que ellos han colaborado, por acción u omisión. Respuesta: A lo mejor tiene algo que ver que la política es una de esas profesiones en las que no se exige formación y hay mucho indocumentado suelto. Un ejemplo: Con el nivel de inglés de cualquiera de nuestros cuatro presidentes democráticos y el aspirante del PP es imposible conseguir un buen trabajo (uno bueno de verdad) en el sector privado, ya sea en este país o en cualquier otro del extranjero.


Y así podríamos seguir hasta el infinito, pero mi limitado cerebro comienza a relajarse. Eso sí, aceptamos sugerencias para hacer que la lista siga creciendo...