Son demasiados los días que dejas pasar sin que nada ocurra, sin que importen, sin que supongan nada más allá de otra hoja que cae del calendario. Son demasiadas las mañanas que te despiertas sin saber por qué. Que te atrapa un sofá traicionero hora tras hora. Que andas sin rumbo por las calles. Demasiadas las veces que dejas pasar el tiempo sin decir lo que quieres decir, demasiadas las ocasiones en que guardas los sueños en el cajón del "algún día", demasiadas las tardes en que callas sin otorgar.
Son demasiadas las noches desperdiciadas, demasiadas las conversaciones sin valor, demasiadas las puertas sin abrir, demasiados los fracasos que arrastras, demasiados los días de resaca, demasiada la gente que te habla y a la que no quieres escuchar, demasiada las personas que conoces y que te hacen olvidar que, en realidad, hay muy poca gente. Demasiados... pero mientras, el reloj no descansa, y sigue su tic tac imparable, segundo a segundo, mientras la vida se te pasa como el humo de ese viejo tren al pasar.
Y no has escrito la canción más bonita del mundo, ni un poema de amor, ni una historia que merezca la pena.
El reloj avanza, persistente, y tú aún sigues mirando a la nada, estando en sitios que no quieres estar con gente con la que no quieres estar y hablando de cosas que no te interesan. Tic tac.
De vez en cuando la vida te golpea con su martillo implacable y te recuerda que las cosas no son para siempre, que la vida es lo que pasa mientras tú piensas qué harás mañana o qué carajo hiciste ayer. Tic tac.
Son demasiados los besos que no has dado. Son demasiados los abrazos que te guardas. Son demasiados los "te quiero" que reservas para días mejores. Son demasiados los silencios. Son demasiadas las fotos que nunca haces. Son demasiadas las lágrimas que te tragas. Son demasiados los viajes que nunca planeas. Son demasiadas las conversaciones imaginarias. Son demasiados los momentos felices que no valoras. Tic tac.
El reloj nunca perdona. Las agujas danzan sin descanso, como riéndose de ti, recordándote que un año no es nada, apenas un suspiro en una vida. Recordándote que los días se marchan y nunca vuelven. Que los momentos que dejas pasar nunca vuelves a disfrutarlos. Que esto no es para siempre. Que el mañana es sólo una ilusión. Que el pasado ya no cuenta.
Vive.
Porque estás aquí.
Hoy. Ahora.
Fotografías. © Javier Álvarez Amaro. Marvao (Portugal). Abril de 2011