En estos tiempos de armas viejas enterradas que ven la luz, de explosivos caducados y de apología del olvido, hoy, más que nunca, yo recuerdo.
Ahora que los más jóvenes ni siquiera saben lo es ETA; ahora
que algunos creen que la normalidad se ha instalado en cada pueblo del País
Vasco y de Navarra; ahora que los que apoyaron durante tanto tiempo a los
asesinos tratan de disfrazarse de arquitectos de la paz; ahora, más que nunca,
yo recuerdo.
Recuerdo a mi padre mirando cada mañana debajo de su coche
por si algún desalmado había decidido poner una bomba lapa en los bajos.
Recuerdo el rostro de Fidel Dávila, que el 21 de junio de 1993 moría asesinado
junto a otras 6 personas. Recuerdo la imagen de Irene Villa. Recuerdo aquella
tarde y aquella noche eterna de 1997 en la que viví desde la redacción de ABC
el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Recuerdo el silencio cómplice de tanta
gente. Recuerdo las declaraciones de encapuchados amenazándonos. Recuerdo las
fotos de políticos con dianas en las puertas de los bares de Vitoria. Recuerdo
los entierros casi a escondidas de guardias civiles.
Recuerdo a Martín Carpena, tiroteado por la espalda en Málaga
delante de su mujer y de su hija. Recuerdo a muchos militares ya retirados que
recibieron disparos en la nuca en plena calle. Recuerdo a Gregorio Ordóñez, al
que dispararon en la cabeza cuando estaba en un bar.
Recuerdo a Fernando Múgica, a Francisco Tomás y Valiente, a
Alberto Jiménez Becerril, a Fernando Buesa y a Isaías Carrasco. A los 3
guardias civiles asesinados en 2009, y también al policía francés asesinado en 2010.
Recuerdo el 19 de junio de 1987, cuando en el Hipercor de
Barcelona asesinaron a 21 personas. Y el 29 de mayo de 1991, cuando volaron la
casa cuartel de Vich, matando a 9 personas, entre ellas 5 niños. Y el 11 de
diciembre de 1987, cuando hubo 11 muertos (6 menores) en la casa cuartel de
Zaragoza.
Recuerdo que hay más de 800 muertos. Que hay miles de
familias destrozadas. Que en muchos pueblos vascos y navarros esto está lejos
de haber terminado.
Recuerdo quién es Arnaldo Otegui. Recuerdo el nadar entre
dos aguas del PNV. Y quién es el obispo Setién. Y que había medios de
comunicación apoyando la muerte y la barbarie. Y que en otros países hablaban
de “movimiento político vasco” mientras seguían disparando a gente en la nuca.
Ahora, más que nunca, yo recuerdo. No sé tú, querido lector.
Pero para olvidar, conmigo que no cuenten.