La última página del calendario

La última página del calendario cae como una losa. Siento el tiempo escurriéndose entre mis dedos, cada mes, cada día, cada hora, cada segundo cuenta, como si fuese la reencarnación de Funes el Memorioso.

Es el peso de mi propia sombra, el grito en silencio que nadie responde.




Sueño que todo ha sido sólo un sueño, pero al final siempre despierto. Repaso el calendario y suspiro ante sus meses robados, que ya no volverán. Porque las cosas nunca vuelven. Porque el pasado se me antoja un país lejano que ya ni siquiera reconozco como patria. Y los días pasan, uno tras otro, sin descanso, mientras la caída de las hojas da paso al invierno ansioso. Es mi turno, gritan los vientos helados.


Hay años buenos, años malos y años extraños. Hay años que pasan, años que se viven y otros que, simplemente, se marchan. Hay años que huyen, y otros que nunca se van por mucho tiempo que pase. Hay años que se olvidan. Hay años que son una vida entera y años que no sirven para nada. Hay años que borran el pasado y otros que dibujan el futuro. Y hay años en los que pasa todo al mismo tiempo.