Sin saber por qué, esta mañana me he levantado recordando a José Julio Perlado. Periodista, novelista y, sobre todo, maestro de periodistas, fue mi profesor en la universidad. Fue la primera persona de la que aprendí algo de esta profesión que aún hoy -más de 15 años después- me consume. Luego llegaron otros (no en la universidad) que me enseñaron, más pero no mejores. Las bases que aún hoy mantengo se asentaron entre aquellas cuatro paredes a menudo tan inútiles, en alguna charla en su despacho, en la simple contemplación de su pasión por un trabajo que, como él transmitía con generosidad cada día, es en realidad una forma de vida...
Ha pasado mucho tiempo y su imagen permanece nítida en mi memoria. No sé por qué. Quizás porque en estos tiempos extraños juego a reinventarme, a recuperar cosas perdidas, a aprender nuevas formas de vida y nuevos enfoques vitales sin permitir que la esencia se diluya. Quizás porque tengo claro que nunca se deja de aprender, y en eso invierto mi tiempo.
Conocí hace unos días a un fotógrafo 'a tiempo completo', Óscar Domínguez, que abandonó la seguridad por cumplir su sueño. Escuché con los ojos abiertos como platos las historias de sus viajes y aventuras, que él cuenta como si fuesen la cosa más normal del mundo, su pasión por fotografías animales casi desconocidos y las plantas más sencillas... cómo reflejar la belleza de una sonrisa.
Escuché a otros que me guiaron con generosidad en un mundo en el que soy novato entre los novatos, vi el futuro a través de ojos de Josera, la ilusión de aquellos que buscan, simplemente, una buena foto, sin más, y que se entregan de lleno a quello que les gusta.
Así que me dejé llevar. Me perdí en Elvas y, por primera vez, encontré el Cementerio de los Ingleses, al que ni siquiera creo que supiera regresar. Descubrí que el mundo sigue siendo demasiado grande y nosotros muy pequeños, que el saber no ocupa lugar dentro de una mochila y que el futuro no es más que una ilusión que juega al escondite con nosotros. Porque el camino nunca se acaba...
© FOTOS: JAVIER ÁLVAREZ AMARO
6 comentarios:
Acabo de leer que cada día podríamos ser distintos, sólo que nos dejamos llevar por lo que conocemos. Es bueno abrir puertas... ¿quién sabe?
me ha encantado eso de: "el futuro no es más que una ilusión que juega al escondite con nosotros"
bueno, veo que ese párrafo ha tenido éxito.. al final algo tenía que sonar bien
José Julio es de los mejores maestros, no ya profesores: maestros. De casualidad he entrado en tu blog, y no he podido dejar de comentar sobre JJ.
Muy buenas, Aurora. Pienso lo mismo que tú. Sólo le tuve un año, hace como 16 años o así, y aún de vez en cuando me acuerdo de él e incluso uso algunas de sus citas y anécdotas que recuerdo. Desde luego, la persona de la que más aprendí...
Javier,
muchas gracias por tus palabras. Creo que a todos los que estuvisteis en aquel aula donde yo di clase durante 30 años os atraía el periodismo. Lo único que hice fue intentar transmitiros el pulso que lleva dentro esta profesión.
Aunque las nuevas tecnologías han modificado el periodismo, la humanidad, la curiosidad general y el interés por la vida y por el ser humano seguirán siempre vigentes en esta apasionante tarea.
Hace un mes, un antiguo alumno mío, como tu, Daniel Utrilla, que ha sido excelente corresponsal en Moscú durante muchos años, ha publicado un libro titulado "A Moscú sin Kaláshnikov" (Libros K. O) en donde dedica más de quince páginas a rememorar aquellas clases. Si un día quieres hojearlo, volverás a revivir aquellos tiempos.
De nuevo muy agradecido por tu recuerdo y tu referencia.
Ahora, como sabes, me comunico con todo tipo de gentes, a través de MI SIGLO.
Me tienes siempre a tu disposición.
Un fuerte abrazo.
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