Un día cualquiera

Un día cualquiera miras atrás y descubres que Gianrico Carofiglio tenía razón, que el pasado se ha convertido en un país extranjero en el que ni siquiera eres capaz de reconocerte a ti mismo. Un tiempo en el que hablabas en otro idioma, un lugar del que apenas recuerdas detalles deslavazados y manipulados por tu propio cerebro, un espacio al que no deberías tratar de volver si un día fuiste feliz.

Y es que ese día cualquiera puede ser que descubras que has cruzado una línea que no creías que ni siquiera estuviese pintada; puede ser, incluso, que encuentres sobre el suelo el boceto de un fracaso llamándote a gritos. Son tiempos de cambio, de dolor, de sueños sin cumplir y de esperanzas que hay que renovar, te dice el nuevo mapa vital que te acompañará a partir de ahora. Miras atrás buscando un rastro de esperanza… pero sólo encuentras el vacío, que te sigue los pasos sin dejarte respirar, como riéndose de ti.

Un día cualquiera te das cuenta de que ya no eres tú, de que eres otro. El futuro no ha llegado, el pasado ni siquiera existe… ¿qué te queda? Un presente incierto en el que luchas por respirar cada mañana entre los escombros que te rodean, imposibles de reconstruir. Sólo por respirar. Con eso es bastante.

Un día cualquiera decides callar para no herir, mirar hacia otro lado buscando una respuesta que nunca llega. Es ese día en que te parece que todas las canciones hablan de ti.

Un día cualquiera.

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