Volver a casa

Y tú, ¿de dónde eres? Esa pregunta, lanzada a bocajarro por cualquier persona que acabe de conocer, tiene la virtud de descolocarme. Porque nunca he tenido claro de dónde es una persona. ¿De donde nace, aunque no guarde recuerdos de ese lugar? ¿Donde pace, aunque extrañe ese vínculo que surge con algunos sitios especiales?

Y tú, ¿de dónde eres? Duda sincera. Poque por circunstancias de la vida he transitado por muchos lugares. Madrid, Málaga, Fuerteventura, Ronda, Melilla, Mérida y Cáceres son las que rápidamente acuden a mi memoria, aunque de muchas de esas ciudades apenas guardo recuerdos dispersos. Una calle, un sonido, un olor, un amigo... ¿Y cual elijo? Si es por nacimiento, Madrid. Si es por el lugar donde vive mi familia, Madrid. Si es por años vividos, Extremadura.

Y tú, ¿de dónde eres? Es que no es tan sencillo. Yo tengo la teoría --como todas, seguramente equivocada-- de que uno es del lugar en el que va al instituto. La elección de la época nos es casual, porque esos son los años --de los 13 a los 18-- en el que uno hace casi todo por primera vez. El primer beso, la primera pelea, el primer corazón roto, la primera gamberrada seria, la primera carrera ante la policía, la primera fuga de casa (aunque dure unos minutos), el primer atraco, los amigos que son para siempre...

Y tú, ¿de dónde eres? Ya lo tengo claro. De Melilla. Mi lugar de las primeras veces. Y ahora regreso 10 años después, como la canción de Los Rodríguez, buscando acabar con esa sensación de orfandad que a veces tenemos los que somos de todas partes, los que no somos de ningún lugar.

FOTOGRAFÍA: Faro de Melilla

2 comentarios:

Palmiralis dijo...

Conozco a unos cuantos que sienten ese faro como suyo, aunque haya sido su casa poco tiempo. ¡Buen viaje, atracador!

Los viajes que no hice dijo...

Este fin de semana he estado en Madrid. He comido cuscús. Ya lo había comido fuera de Melilla muchas veces antes.

Pero he tomado dos tés. Con la planta de hierbabuena en el vaso. Como en Melilla. Como hacía ocho años que no lo tomaba.

Ahora veo la foto del Faro. Espero al fin de semana que viene, que llega un amigo mío de allá. Y descubro que llevo casi una década echándola de menos...